Cuando Roger y Ann terminaron por fin la reforma de sus sueños, llegó la pesadilla de la que nadie habla pero que cada vez sufre más gente: la invasión de ratas. En sólo 24 horas, la casa pasó del idilio al caos: cables rotos, ruidos nocturnos de arañazos y rastros de ratas que recorrían toda la propiedad. Pero lo que no se pudo detener con trampas, desinfección o ayuda profesional acabó dando paso a un invento sueco que ahora se está extendiendo rápidamente entre los propietarios de viviendas.
Cuando Roger y Ann Bryggman se sentaron en el sofá aquella tarde de septiembre, pensaron que por fin habían alcanzado su objetivo. Tras meses de reformas -con tejado nuevo, paredes nuevas, suelos nuevos y una cocina a estrenar-, el otoño sería su primera oportunidad de disfrutar de verdad de la que había sido durante mucho tiempo la casa de sus sueños.
Pero en lugar de eso, se llevaron el peor susto desde que se mudaron. Un día después de que los techadores recogieran sus herramientas, oyeron el primer sonido que lo cambió todo. Empezó como un leve crujido. Luego se oyeron varios golpes. Algo corrió rápidamente por las vigas del ático. Y continuó. Noche tras noche.
- Fue como una pesadilla. Crees que por fin te vas a relajar, y entonces oyes claramente que algo grande se mueve por encima de ti. El fin de semana que terminamos el tejado, empezó todo", dice Roger.
Lo que se suponía que iba a ser su época más tranquila en mucho tiempo se convirtió en cambio en un otoño lleno de estrés, pánico y la sensación de perder el control sobre su propia casa.

"Vivimos aquí desde 2018: nunca hemos tenido ni una sola rata"
Roger y Ann vivían en la casa desde 2018 y durante seis años habían considerado que la zona era segura y estaba bien cuidada. Pero en 2024, las cosas cambiaron drásticamente. El ayuntamiento empezó a dejar que volvieran a crecer grandes zonas verdes para favorecer a los insectos y la biodiversidad. Al mismo tiempo, a pocos kilómetros se encuentra un gran vertedero, algo que de repente se hizo notar.
- Todos en el barrio empezaron a decir lo mismo. Que las ratas eran más numerosas que nunca. "Nunca habíamos visto una rata, pero de repente había huellas por todas partes", dice Ann.
Cuando cayeron las primeras nevadas, la realidad se hizo aún más patente. Por la mañana, vieron claros rastros de ratas a lo largo de las paredes de la casa, alrededor del garaje, junto a las pilas de leña e incluso hasta el patio.
- Fue entonces cuando nos dimos cuenta de cuántos debía haber. Las huellas cruzaban toda la granja, como pequeñas autopistas. Era desagradable", dice Ann.
El punto de inflexión llegó por casualidad
Una tarde entre semana, Roger estaba hojeando su teléfono móvil cuando vio una noticia que le llamó la atención. Se trataba de un repelente de ratas desarrollado en Suecia que se había utilizado en varios entornos -desde viviendas hasta granjas- y probado en colaboración con investigadores.
- No era un anuncio, sino una noticia normal. Creo que eso fue lo que me hizo escucharlo. Parecía que había una tecnología seria detrás", dice Roger.
Leyó más, comparó otros métodos y pensó que no tenía nada que perder. Después de todo, lo otro no había funcionado. Al día siguiente, instaló Repello, que así se llamaba el aparato. Y funcionó más rápido de lo que se habían atrevido a esperar.

"En sólo unos días, las huellas desaparecieron"
Las primeras noches tras la instalación fueron inusualmente tranquilas. Al cabo de una semana, notaron que la nieve alrededor de la casa ya no mostraba ningún rastro. El viento era silencioso. Y los cables permanecían intactos.
- Casi costaba creer que fuera cierto. Después de meses de caos, sólo había... silencio", dice Roger. Ann asiente. "Desde entonces no hemos tenido ni un rastro de rata. Ni un ruido. Y los vecinos siguen viendo rastros en sus casas, pero nosotros no.






